miércoles, 30 de mayo de 2012

Los míos (I)

    Asisto, perplejo y desilusionado, a la ofensiva de ideas que desde hace algunos meses vienen infiltrándose entre nosotros. Ideas que, desde el más rancio neoliberalismo (más bien neoconservadurismo y a veces, en el peor de los casos, otros neos más difíciles de nombrar, como el neoracismo) nos vienen a decir que la culpa de todos los males la tiene este despilfarrador estado de bienestar que hemos construido y con el que estamos subsidiando a extranjeros, vagos y otras gentes de mal vivir.
    Digo desilusionado porque uno creía que, después de unos cuantos años de estado social y democrático de derecho (Constitución dixit), estas ideas estarían superadas y sólo aparecerían cuando se estudiasen los orígenes de nuestro sistema social. Pero no. Resulta que estas ideas están más vivas que nunca y se expresan con una prepotencia y desde una superioridad moral que asusta.
    Se hacen presentes por ejemplo en las noticias cada vez más frecuentes sobre las políticas que se están ejecutando excluyendo a los extranjeros de nuestro sistema de servicios y prestaciones sociales. La última que me ha llamado la atención es la del alcalde de Badalona, que acaba de decidir que las personas que no lleven viviendo unos cuantos años en el municipio (aclara que no sólo los inmigrantes) no podrán acceder a ayudas "no básicas", como becas de comedor o ayudas para alquiler. De momento, ya me he quedado más tranquilo: sólo es para necesidades no básicas, como la comida y el alojamiento; las necesidades básicas como la manicura o la equitación deben estar garantizadas para todos.
   Lo que me preocupa, además del contenido de estas noticias, es el eco que obtienen en muchas personas. He comentado la noticia en distintos ámbitos y es muy frecuente escuchar como son legitimadas estas decisiones, a veces incluso admiradas. "Ya era hora" "Es que ya vale" "Nos quitan lo nuestro"... No tienen datos, no hacen análisis, pero mantienen una postura clara a favor de estas políticas restrictivas de derechos a distintos colectivos.
   En otro orden de cosas, lo preocupante de estas noticias es que dividen el mundo en dos: los míos y los que no son como yo. Y claro, ¿porqué he de pagar yo con mi dinero nada a gente que no es de los míos? Hoy son, por ejemplo, los de mi pueblo y los de fuera.
   Pero si esta idea arraiga y llevamos sus consecuencias hasta el final, también encontraremos justificaciones para legitimar otras divisiones: los que son de mi clase social y los que no; los que trabajan y pagan impuestos y los que no; los que están sanos y los que no; incluso los que piensan como yo y los que no.
   Como Wang es extranjero le he preguntado qué opina sobre estas políticas de exclusión y me ha explicado que él nunca las ha sufrido. Su familia siempre ha tenido dinero.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por comentar.