miércoles, 3 de octubre de 2012

Universalidad ¿realidad o ficción?


Wang y yo nos hemos puesto a hacer limpieza de papeles y nos hemos encontrado con este pequeño artículo que nos ha sorprendido por su actualidad. Se trata de “Viejos o nuevos: orientaciones actuales de los Servicios Sociales en España”  y fue escrito en 1993, en un contexto de crisis parecido (salvando las distancias) al actual.

El artículo da unas cuantas claves para entender los Servicios Sociales que en aquellos momentos se estaban construyendo y es muy interesante observar la actualidad de algunos temas que plantean las autoras, así como la evolución que han tenido 20 años después los conceptos que desarrollan y la involución en los mismos que venimos observando con la actual crisis.

Las épocas de crisis son propicias para la reflexión y ahora que tenemos que repensar el papel de los Servicios Sociales en una situación de crisis socioeconómica como ésta y el modelo de Servicios Sociales que queremos para el futuro, artículos como el que citamos nos ayudan a situar la reflexión en un contexto histórico que a veces olvidamos.

Discutiendo sobre el artículo, Wang y yo hablábamos que uno de los elementos que hay que redefinir en el sistema de Servicios Sociales es su universalidad. Aunque en teoría está configurado así, en la práctica está tan insuficientemente dotado en cuanto a recursos y prestaciones que se le incapacita para atender a toda la población, limitándose a atender únicamente a los más desfavorecidos de la misma. De ahí que hoy siga resultando muy difícil luchar contra uno de los estigmas de los servicios sociales: el atender únicamente a la pobreza.

La universalidad cuesta dinero, viene a resumir Wang. Y tiene razón. Durante las últimas décadas tal vez la quisimos comprar demasiado barata y como suele pasar, lo barato a veces termina resultando caro. Ahora que con la crisis grandes sectores de población están acudiendo a nuestros servicios nos encontramos con que no tenemos respuestas para ellos y nos estamos dando de bruces con la falacia de esa universalidad.

Es, otra vez más, el momento de reinventarnos. En lo grande y en lo pequeño, en lo más global y en nuestros quehaceres profesionales más concretos. Sin perder ese principio fundamental de la universalidad, aunque ahora nos hayamos dado cuenta que esa realidad era sólo (y nada menos que) una utopía.

¿Servicios Sociales para todos o Servicios Sociales para los más desfavorecidos? ¿Cuál será nuestro futuro? 

1 comentario:

  1. Hola, Pedro

    me ha parecido que tu pregunta "¿Servicios Sociales para todos o Servicios Sociales para los más desfavorecidos" da de lleno en el clavo en la realidad.
    Imagino que para algunos políticos de turno, la respuesta está más o menos clara: Beneficencia para los más desfavorecidos y los demás que se las apañen, que para eso estamos en un sistema "super guay" donde todos y cada uno tenemos las mismas oportunidades para prosperar.

    La gente de a pie, en sus conversaciones de a pie, comenta también estos temas. En mi presencia, al saber que estudio Trabajo Social, con una probabibilidad algo más alta, para ponerme a prueba, para tener mi punto de vista (otro), o para derrotarme. La verdad, no lo tengo claro.

    Y quizá sea porque ya nos hemos resignado a la impotencia de poder cambiar las cosas desde abajo y a la idea de que a los de arriba les importan más sus números que cualquier otra cosa, entonces miramos al vecino al que podemos mirar por el rabillo del ojo y hacia abajo.

    En estas conversaciones de a pie he notado que gradualmente ha ido cambiando el foco de atención. En un momento dado, el foco fueron los inmigrantes que están en el paro. "Mejor será que se vayan a su país, que aquí ya no hay trabajo". Después, los chinos, "que están acaparando todos los negocios"; más tarde, los inmigrantes que reciben ayudas y asistencia sanitaria, porque "colapsan el sistema sanitario y reciben ayudas sin habérselas ganado"; luego los indigentes y personas que acuden a los Servicios Sociales, porque "es que es muy fácil pedir ayudas y así no trabajar"; y los parados, "que prefieren cobrar el subsidio y trabajar en negro, o ni siquiera esto".

    El otro día, en una de esas conversaciones, alguien me dijo: "Yo no estoy de acuerdo con las pensiones no contributivas. ¿Por qué alguien que no ha trabajado nunca tiene que recibir un dinero a costa de todos?" Quien me lo dijo no es una persona a la que pueda calificar de injusta, radical, racista ni nada de eso; incluso muchas veces ha argumentado en favor de los más desfavorecidos y en contra de los más "avariciosos". Esto me lleva a pensar que de algún modo estamos confusos. Por un lado está lo que sentimos como seres sociales y empaticos, y por otro, la racionalidad más egoísta de la supervivencia. ¿O acaso es que una "mano invisible" nos está reconduciendo hacia este último?

    En cuanto al futuro. No sé cómo serán los Servicios Sociales de aquí en adelante. Estoy de acuerdo contigo en que esta situación actual servirá para reflexionar y encauzar los Servicios Sociales en la medida en que se pueda y lo permitan.

    Por mi parte te diré que estoy apuntada a páginas de empleo para trabajadora social. Por ahora como una especie de prospección del mercado de oferta/demanda, pues, como sabes, ahora tengo otro trabajo. Pero bien, las ofertas que se anuncian para trabajador social son en su mayoría para labores de voluntariado, y ya en bastantes ofertas indica que "se valorará positivamente certificado de discapacidad". Este es el presente, este puede ser el futuro. O no.

    He aprovechado a escribirte ahora que Hai se ha ido a China por algún tiempo.

    ¡Buen fin de semana!

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