martes, 13 de noviembre de 2012

Porque aún tenemos mañana.

      Mañana voy a hacer huelga. Como dice la canción, "nos sobran los motivos". Ahí van unos cuantos de los míos.

 

    Porque en los últimos cinco años hemos experimentado un gran retroceso en nuestro nivel de vida. Al descenso en nuestra capacidad adquisitiva como consecuencia del desempleo generalizado se le ha añadido en el último año un fuerte recorte en nuestros sistemas públicos de protección social, consecuencia del auge de la política neoliberal, lo cual ha supuesto además que nuestra calidad de vida se vea amenazada a niveles que nunca hubiéramos creído. Aunque nivel de vida y calidad de vida están relacionados, no tienen una relación inequívoca y exacta. Por desgracia, ambos ambos están descendiendo en nuestras vidas en una espiral que parece imparable. 

    Porque los trabajadores sociales estamos presenciando en primera línea las consecuencias de todo ello. Una sociedad cada vez más empobrecida, unos sectores de población vulnerable cada vez más desprotegida, personas mayores, menores, discapacitados, inmigrantes, dependientes... pasándolo cada vez peor. Familias cada vez con menos capacidad para superar sus conflictos, estresadas por la búsqueda de la supervivencia, asustadas ante el futuro que se les viene encima. Deshaucios, penuria, estrecheces... Cada vez peor atendidos por el sistema sanitario, por el educativo, por el social, cuyos profesionales se la ven y se las desean para seguir haciendo una labor que hoy es más necesaria que nunca.

    Porque nuestros gobernantes están insensibilizados ante el dolor y el sufrimiento ajenos. No creo que sea por maldad, en la mayoría de los casos. Tan sólo están cegados por una ideología que, a modo de secta, les tiene de acólitos de ese dios llamado mercado. Henchidos de poder se imaginan en el camino correcto, anestesiados ante las consecuencias de la desigualdad social que sus políticas están generando y agrandando. Ungidos por la gloria de las elecciones, sin caer en la cuenta de su ineptitud y escasas aptitudes, creídos de ser los mejores, sin conciencia de la meritocracia que reina en sus partidos.

     Porque en este panorama tan sombrío surgen movimientos ciudadanos que nos reconcilian con la democracia, personas que nos recuerdan el valor de las personas, iniciativas que vuelven a poner la creatividad por encima del horizonte gris que nos envuelve, acciones solidarias, participativas y valientes que nos ayudan a mantener la esperanza de que todo va a cambiar a mejor, si nos empeñamos fuerte en conseguirlo.

     Porque mañana es otro día más para luchar y construir otro mañana diferente al que nos están empujando. Por todo eso, y por unas cuantas cosas más, yo voy a hacer huelga mañana.




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