miércoles, 21 de noviembre de 2012

Trabajo social y acción política

Entre las estrategias con las que se intentaba deslegitimar la huelga general de la semana pasada figuraba una, la acusación de que era una huelga "política", que me ha sugerido algunas reflexiones como ciudadano y como trabajador social.

La situación ha llegado a tal nivel y el desprestigio de la política es tan pronunciado que se intenta desconfirmar las movilizaciones sociales tildándolas de "políticas". Comprometerse con alguna causa social es "hacer política". Movilizarse, protestar, criticar... es "hacer política". Intentar cambiar las cosas es "hacer política". Pues claro ¿y qué?.

El problema en el fondo no es si se hace o no política, sino lo sumisos o no que somos como ciudadanos. Está claro que nos quieren así, sumisos, "silenciosos" y, naturalmente, fieles consumidores. Si el personal reflexiona, se vuelve crítico y actúa, los poderosos ven en riesgo sus estrategias.

Nuestra profesión tampoco es ajena a estas presiones. A veces surgen ciertos debates sobre si los trabajadores sociales debemos o podemos participar en movilizaciones políticas, si al comprometernos en política abandonamos nuestra neutralidad y dejamos de ser fieles a los principios que nos inspiran.

Yo pienso todo lo contrario, y aunque seguro que muchos pensaís diferente, a mí me sale de la tripas (últimamente voy aprendiendo a hacerles más caso a mis tripas que a mi corazón o a mi cabeza, dos órganos que al menos en mi caso, suelen equivocarse con bastante frecuencia) participar y apoyar las movilizaciones, actividades y manifestaciones que se están convocando en contra de la política social que las huestes neoconservadoras están aplicando.


Y me siento llamado a participar, no sólo desde mi condición de ciudadano (para lo que no necesito ninguna legitimación, naturalmente, a pesar de que, como señalo más arriba, nuestro querido presidente de la nación prefiera ciudadanos "silenciosos"), sino también desde mi condición de trabajador social.

Porque el trabajo social, desde sus inicios, ha estado siempre comprometido con la reforma social. Ultimamente estoy teniendo oportunidad de revisitar la historia de nuestra profesión, y es una gozada confirmar cómo las pioneras de nuestra profesión, ya hace más de 100 años, estaban comprometidas no sólo con la ayuda a los indivíduos y familias en situación de desventaja social, sino con el cambio de las estructuras y dinámicas sociales que, en aquellos años, estaban generando todo tipo de situaciones de injusticia y desigualdad social. 

     Magnífica campaña de nuestros compañer@s del COTS de Málaga recordándonos algunas cosas.

Ya disculparéis los que estéis teniendo la paciencia de leer esta entrada y no seáis trabajadores sociales, pero a mí me está haciendo pensar mucho comprobar, por ejemplo, cómo y con qué intensidad estaban Jane Addams y el movimiento de los Settlements houses comprometidos con las causas que en aquellos años se libraban: el trabajo infantil, la educación pública, la liberación de la mujer o de las minorías étnicas... También cómo Mary Richmond y las Charity Organization Societies estaban preocupadas tanto por la mejora individual como por la mejora colectiva de las condiciones de vida a través de las reformas sociales y legislativas.


Porque salvando las distancias, la situación actual no deja de tener reminiscencias de la que nuestras pioneras vivieron en aquellos años. Si el liberalismo y el capitalismo salvaje había creado entonces grandes capas de pobreza, que se extendían por toda la clase social obrera, en la actualidad el neoliberalismo y el capitalismo no menos salvaje que entonces, están haciendo lo mismo con grandes sectores de nuestra sociedad actual. La pobreza avanza sin tregua, miles de ciudadanos se ven privados de derechos fundamentales: la vivienda, la sanidad, el empleo, hasta la subsistencia...

Por eso creo que hoy es más necesario que nunca que el Trabajo Social recuerde sus orígenes y, además de seguir trabajando en la ayuda a los que lo están pasando mal, refuerce su papel de denuncia y lidere los movimientos de lucha y reformas sociales. Muchos compañer@s lo están haciendo, comprometidos en diversos ámbitos, y a nivel colectivo están surgiendo movimientos como por ejemplo la Marea Naranja, que pueden servir de eficaces instrumentos en esa lucha.

Si eres trabajador@ social, seguro que sabes de lo que hablo. Y si no lo eres, espero que ahora comprendas un poco más nuestras razones para movilizarnos. Si quieres acompañarnos, estaremos encantados, necesitamos ir todos juntos. 



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