martes, 22 de abril de 2014

27 millones de razones

Recientemente se ha presentado el Informe de Save The Children sobre Pobreza Infantil y exclusión social.  Los autores, a mi juicio muy acertadamente, lo subtitulan “Una cuestión de derechos” y en el mismo se alude a la desigualdad como la causa profunda de la pobreza.  


Por decirlo más clarito: a pesar de lo que proclaman todos los gurús de lo neoliberal, no es que no haya recursos para evitar la pobreza, ni por extensión para mantener ese Estado de Bienestar al que nos están obligando a renunciar a base de empujones. El problema es el reparto de estos recursos, cada vez más concentrados en una pequeña élite que se apropia de los mismos.

Y es que efectivamente, son los derechos los que están en juego. El derecho de los niños a crecer en situaciones donde no se vulneren sus oportunidades, donde no tengan que sufrir las privaciones y padecimientos que conllevan. El derecho a crecer felices y protegidos, para llegar a la vida adulta en unas condiciones dignas y no mutilados ni mermados en sus condicionantes vitales.

¡27 millones de niños en situación de pobreza!, en Europa. Más de medio millón de niños que han caído en esta situación en el último año. Para estar orgullosos, vamos. Con estas cifras y estos datos, no sé cómo alguien puede sentirse orgulloso de definirse como europeo.

Y si desde esta perspectiva el sentirse europeo no es algo de lo que presumir, qué decir de sentirse español. Porque según este informe España es el segundo país europeo, por detrás de Grecia, que menor capacidad tiene para reducir la pobreza infantil a través de sus ayudas sociales. Supongo que a nuestro amigo Montoro, el ministro de Hacienda, tampoco le gustará este informe, como no le gustó el informe de Cáritas.

Esta incapacidad de nuestro Estado para hacer frente a semejante problema es la muestra del Sistema de Protección Social tan precario que hemos tenido. Tal vez algo tenga que ver que seamos el país que menos porcentaje del PIB ha dedicado a política social, aún en los días de más bonanza económica. Nuestro Estado de Bienestar ha sido siempre algo bastante incipiente y precario, desarrollado de forma bastante timorata ante la presión en contra de los sectores más conservadores. Esos mismos que ahora dicen que el nivel de bienestar conseguido era insostenible y que no nos lo podemos permitir.

Los mismos que justifican los recortes en Sanidad, Educación, Servicios Sociales o Dependencia con el argumento del déficit público, escondiendo en su contabilidad tramposa lo que no es sino ideología. Ideología que oculta que el argumento de sostenibilidad no es sino un mero artificio para definir prioridades entre las que, naturalmente,  no se encuentra la protección a los más débiles, en este caso, los niños.

Se nos tenía que caer la cara de vergüenza que en sociedades ricas y opulentas como la nuestra, no seamos capaces no ya de exterminar la pobreza infantil, sino al menos evitar que crezca.

Sinceramente creo que el fracaso de este modelo que nuestros gobernantes nos han impuesto debería ser motivo más que suficiente para que se marchasen a casa y dejasen de hacer daño. Si no lo hacen es porque para ellos el modelo no ha fracasado: los ricos son cada vez más ricos y los pobres, pues eso, más pobres. Era lo que pretendían y lo están consiguiendo.

Dudo que sirviera para algo, pero si estos gobernantes se acercasen un momento a los despojos que quedan del quebrado Sistema de Servicios Sociales verían de primera mano las situaciones que tenemos que afrontar en este sistema.

Tal vez si le pusieran cara a estas situaciones de pobreza infantil, al menos, se abstendrían de presumir de lo eficaces y eficientes que son sus políticas.

Porque tienen, al menos, 27 millones de razones para callarse.


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