viernes, 1 de diciembre de 2017

Pobreza Pérez



Se ha instaurado en el imaginario colectivo conceptos relacionados con la pobreza que me tienen especialmente preocupado, pues han sido asumidos sin paliativos por la sociedad, la clase política e incluso gran cantidad de técnicos y profesionales de esto de “lo social”.


Uno de ellos es que la pobreza tiene apellidos. Se ha puesto de moda de manera generalizada referirnos a la pobreza energética. Incluso tenemos leyes con esa denominación. A mí reconozco que me da urticaria el término, pues siempre he entendido que las dificultades de una familia para hacer frente a los gastos derivados del consumo energético no es sino una más de las consecuencias de la pobreza en que esa familia se encuentra.


Esa misma familia también tendrá problemas para alimentarse de modo adecuado (pobreza alimentaria, podríamos llamarla). O para hacer frente a los gastos escolares de sus hijos (¿pobreza escolar, tal vez…?). O para desplazarse por el municipio o ciudad asumiendo los gastos de transporte (¿pobreza de movilidad?). O para adquirir los productos necesarios de higiene personal (¿pobreza higiénica?) o doméstica (¿pobreza domiciliaria?).

Por supuesto, esa misma situación de pobreza les llevará a tener dificultades para el acceso a la medicación necesaria para sus enfermedades (¿pobreza farmacéutica?) o el acceso a otros tratamientos o terapias (¿pobreza rehabilitadora?, ¿pobreza terapéutica?).

Y así hasta el infinito, pues las consecuencias de la pobreza son terribles y atañen a todas las áreas de necesidades materiales básicas de las personas. Me limito a este ámbito material para no hacer muy largo mi análisis, dejamos para otra ocasión las repercusiones en otras áreas relacionales, psicológicas y sociales que son igualmente dramáticas.

¿Acaso todas estas “pobrezas” no se merecen también sus leyes y normas? Sería algo coherente con lo que estamos haciendo pues en lugar de plantearnos cómo lograr que las personas y familias superen la situación de pobreza en la que se encuentran, nos limitamos a trocear dichas situaciones y parcelarlas mediante esos calificativos o “apellidos”, de manera que la política social se dirige a paliar o trabajar con las consecuencias de la pobreza, y no con sus causas.

Pareciera que hemos asumido que la pobreza es algo estructural, consecuencia de la política económica global, y que por tanto hemos de dedicar la política social a esas medidas paliativas de los efectos de la misma. Es lo que llamo una especie de “neobeneficencia institucionalizada”, que impide y sirve de argumento para no tener que diseñar políticas sociales globales en las que pueda apoyarse la verdadera eliminación de la pobreza.

Entre ellas, y sólo a modo de apunte, un sistema de garantía de rentas y un acceso universal, gratuito y real a la vivienda (con los suministros básicos incluidos), educación y sanidad.

8 comentarios:

  1. Quizás también podríamos hablar de enriquecimiento sin medida de empresas de energía, farmacéuticas, grandes constructoras...¿será la otra cara de la misma moneda?. Esa moneda que siempre da la cara a los mismos pocos y la cruz a cada vez más personas.
    Quizá interesa parcelaria porque la visión del conjunto daría una imagen tan clara como injusta y que se está metiendo en el adn de esta sociedad que tan de moda esta poniendo de nuevo esa rancia beneficencia, eso sí, con nuevos nombres.

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    1. Toda la razón, Ana. La pobreza no es sino el efecto de la desigualdad. Los poderosos y enriquecidos no lo son sino a costa del empobrecimiento y sufrimiento de otros.
      Saludos y gracias por comentar.

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  2. Si, Pedro, trabajamos con las consecuencias y no con las causas de la pobreza. Interesa crear sistemas y procesos q perpetúen el injusto sistema. Es similar a determinadas acciones farmacéuticas, mejor cronificar q curar. Es más rentable.
    Gracias, nos haces pensar. Chelo P.

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    1. Gracias a tí, Chelo. Me preocupa que como profesionales estemos colaborando a esa cronificación, casi legitimándola sin darnos cuenta. Saludos.

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  3. Chapó Pedro, totalmente de acuerdo. Hace tiempo que lucho la misma batalla.Ponerle apellido implica que solo tiene ese tipo de pobreza, cuando sabemos que no es así. Que tal si los ts comenzamos a poner en los diagnósticos,todos los apellidos y así se ve la magnitud de la necesidad? Quizá así se den cuenta que hay muchos tipos de pobreza que hay que combatir..o una sola al fin que ea muy amplia Un abrazo compañero

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    1. Gracias por tu comentario, compañera. Lo de los diagnósticos es otro tema... Estamos dejando que nos los hagan desde fuera y así nos va. Otro abrazo de vuelta.

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  4. Comparto al 100%. Lo de tranquilizar conciencias funciona, ¿Será por la bondad de la naturaleza humana? Una parte sin duda pero otra se relaciona con otros interés humanos no tan loables.
    Se vende como un logro que se eviten cortes de luz, gas, etc, destinando normativas que lo procedimental y ayudas publicas a pagarlos, parece también una gestión de las lista de morosos.
    Todavía no se me ocurre la manera de dar vuelta a este argumento benefico-parcial. Lo cierto es que en el trabajo dedicamos esfuerzos y dinero, sobre todo apoyando procesos de intervención que duran años, ¿Será proceso o algo estructural?. Necesitamos autocrítica y una reflexión profunda al respecto, al final es muy parecido al binomio Demanda-Recurso, y en nuestra profesión encontramos cierta comodidad ahí.
    La intervención es compleja, a veces cuestionadora y muy dura. Ya no depende solo de la normativa, ni de la cartera de servicios, también de. Nosotras/os.
    El encuentro sincero en la relación de ayuda, en el mutuo reconocimiento para analizar el presente y las alternativas de futuro, exige otra manera de trabajar, otra implicación.
    En fin, hay que seguir intentando que esto cambie, cada uno desde nuestro nivel de influencia.
    Cada vez disfruto más leyendo los blogs que la literatura académica.

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    1. Hola compañero. Que la pobreza es algo estructural no hay ninguna duda, y yo cada vez estoy más convencido de que esas medidas benefico-parciales sólo pretenden que no se convierta en una amenaza para el peopio sistema que la crea. En cuanto a nosotros como profesionales, hace tiempo que carecemos de respuestas y no somos conscientes de ello. Saludos.

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