martes, 8 de mayo de 2018

Ancianos que mueren solos en sus casas

A raíz de unas cuantas noticias de ancianos solos a los que se ha descubierto muertos en sus casas,  parece que hemos comenzado a ser conscientes de la situación de soledad y falta de apoyos en la que se encuentra gran parte de este sector de población.


No pretendo con esta entrada desarrollar lo que podría hacerse para solucionar esta problemática a la que parece que ahora dirigimos nuestra mirada. Más bien voy a nombrar simplemente unos apuntes que me parecen oportunos para comprender la misma y reflexionar sobre las medidas que podrían implantarse.

Como primer apunte diré que se trata de una realidad compleja, en la que (reduciendo mucho) hay tres sistemas implicados: el sanitario, el de servicios sociales y el de urbanismo-vivienda. Las soluciones por tanto deben plantearse desde la coordinación de estos tres sistemas y ello, por sí mismo, ya nos permite hacer un pronóstico sobre la mejora de la situación: nula. 

Las experiencias de coordinación consisten frecuentemente en "echar el balón" al tejado del vecino para que se responsabilice del mismo. Y ya sabemos cómo termina este juego siempre: el balón acaba en el tejado más débil y por tanto, con más dificultades para hacer algo con él.

Segundo apunte, ¿qué esperábamos? Alineados con la ideología dominante, en la que el indivíduo es lo único que importa, nos hemos dedicado a diseñar políticas sociales delirantes, sustituyendo y destruyendo los vínculos familiares y sociales de ayuda mútua. El modelo tendente es que, ante una situación de necesidad, la gente se relacione sólo con la administración responsable de satisfacerla y a ser posible, mediante comunicación electrónica.

Por ejemplo y en este sentido, cuando se habla de esta problemática de soledad en los ancianos, siempre aparece entre las medidas a desarrollar para paliarla los servicios de teleasistencia. Y sin duda es así. Pero si, como ocurre en gran medida en la actualidad, consideramos esta teleasistencia como un mero recurso (por muy tecnológico que sea) sin acompañarla de otras medidas de apoyo relacional y sobre todo, sin evaluar ni trabajar el impacto que en lo convivencial puede suponer el acceso al recurso, podemos encontrar la paradoja de que el anciano se encuentre más "conectado" al tiempo que más aislado del mundo que le rodea.

En Servicios Sociales particularmente tendremos que asumir nuestra parte de responsabilidad en cómo nuestras intervenciones (por acción o por omisión) aíslan más que conectan, dividen más que relacionan.

Tercero, llamemos a las cosas por su nombre. Esta situación no es sino otra forma de violencia, la punta del iceberg (en forma de negligencia de cuidados y protección) de todo el maltrato que sufren muchos ancianos, tanto a nivel familiar como social e institucional. Por eso el abordaje que se requiere ha de ser global sobre el conjunto de la problemática y no escindiendo las soluciones sobre una de las manifestaciones más llamativas.

Es necesario una mirada global, compleja, transversal e intersectorial sobre la situación. Sólo así podremos comprenderla y promover soluciones eficaces a la misma, sin caer en el estúpido parcheo (bienintencionado o no) de la misma.

Y final. No hace falta descubrir de nuevo la pólvora. No hagamos grandes planes y programas, (en alharacas sin sentido a la sóla gloria de quien los propone) o diseñemos grandes y complejos proyectos con dispositivos ultramodernos (que dificilmente arraigan). Es imprescindible el refuerzo y el "buen trato" a la atención primaria de salud y a la de servicios sociales, dotándolas de competencias, funciones y recursos suficientes.

Como bien señala Mª José Aguilar en este artículo sobre la atención primaria, "no podemos conformamos con ser meros proveedores o intermediarios de servicios y prestaciones (sean sanitarias o sociales), la atención primaria no va de eso".

El reto para los servicios sociales de los próximos años estará en desarrollar esas estructuras de atención primaria sin que queden estranguladas por esa función de proveedoras de recursos y servicios y puedan afrontar, mediante un trabajo comunitario y relacional, los desafíos que las nuevas formas de convivencia nos presentan (y como en este caso de los ancianos, sus dramáticas consecuencias).

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por comentar.